Cruzamos miradas y supimos que eso no era normal. Había destellos de colores en un mundo gris.
Caminamos hablando de nada, sin nervio alguno, como si nos conociéramos de mucho tiempo.
Salimos de la estación, caminábamos con una sensación de ansiedad y necesidad de
amor.
Nuestra piel era azul, rota, herida, casi muerta.
Entramos a la habitación, no sabíamos que pasaría.
Tomas mi mano, me besas, me abrazas, me miras.
Poco a poco quedamos desnudos.
Aún recuerdo la apariencia de nuestros cuerpos, llenos de heridas y cansancio; las lágrimas marcaron su paso por nuestros rostros, nuestras miradas de añoranza y tristeza, nos convertían en seres casi idénticos.
Tomé tus labios entre los míos y sentí que sabían a vida.
Hablabas, reías, me mirabas, me besabas; te acariciaba me enamoraba de ti.
Las heridas cerraban poco a poco y nuestra piel se llenó de vida, cambió de color, de textura y de aroma.
Tu mirada se tornó diferente, la temperatura de tus manos cambió y tu voz tenía toques de alegría.
Me llenaste de felicidad, de vida, de amor.
Dejé de añorar vidas pasadas, deje de morir por su ausencia.
Nos convertimos esa tarde en seres nuevos.
Salimos de nuestra pequeña guarida viendo un mundo nuevo, lleno de color y sonidos agradables, lleno de personas como nosotros.
Nos besábamos, nos mirábamos, reíamos. Nada nos haría recordar lo que fuimos
Fue difícil dejarte ir ese día tan hermoso.
Llegué a casa sintiéndome diferente. Pensando día a día en volverte a ver.
El mundo recobró su belleza gracias al juego del destino.
Canto, río, me siento libre, nueva, con mucha esperanza en cosas que creí perdidas.
No puedo decir que te amo, aun no se si algún día lo diré, solo se que tu presencia me da vida y tu voz la tranquilidad en un día gris.
Soy cursi, sincera, libre, soy lo que había dejado de ser.
El día termina a tu lado, la lluvia ya no lacera más mi piel.
Gracias por revivirme…. Hoy soy otra.
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